El "kirchnerismo" militante no deja de darnos sorpresas!!!
"Fitito" cayó bajo el embrujo de la "Fé" militante!!!
Ya a estas alturas, creo que es un extraño síndrome, de la estupidez...o impotencia, para aceptar la realidad de la derrota de un delirio.
No le niego el derecho a ser parte del círculo mágico K. Lo tiene, pero eso no debe implicar el estigmatizar a una enorme porción, esa que le produce semejante grado abyección!
La descalificación no le ha quedado como una reacción civilizada, para su estado de depresión, por tanta magnitud de derrota...
Además, qué le hará creer que es Él quién está más cerca de la "verdad"...
Un artista es un vaso comunicante para una sociedad, o parte de Ella.
Sin ningún derecho ha pisoteado esa magia.
Por el peor camino, el de la intolerancia.
No es que forma parte de una nueva ideología. Más bien, es una tara política, extrañísima, e incomprensible...
Muchos son los que se han inmolado en esta estupidez abisal...
Pues es de una profundidad casi incomprensible, su grado de compromiso peculiar, con el sentimiento que lo ha empujado a recorrer un camino harto pedregoso.
Un desencanto, su torpe impostura fascista...
Aún habiéndolo leído, no alcanzo a comprender el objeto de tamaño destrato hacia, los que Él mismo intenta significar, sus vecinos, que no tienen por qué coincidir con sus "gustos" cívicos...
Probablemente esté equivocando el camino hacia una búsqueda racional, sobre su destemplada reacción, y sólo sea un soberano pelotudo...
Tal vez, sólo se está poniendo vejete, fascista, e intolerante...
Alcahuete, y arrastrado K...
Aquí va el artículo de Página 12:
La mitad
Por Fito Páez *
Nunca Buenos Aires estuvo menos misteriosa que hoy. Nunca estuvo más lejos de ser esa ciudad deseada por todos. Hoy hecha un estropajo, convertida en una feria de globos que vende libros igual que hamburguesas, la mitad de sus habitantes vuelve a celebrar su fiesta de pequeñas conveniencias. A la mitad de los porteños le gusta tener el bolsillo lleno, a costa de qué, no importa. A la mitad de los porteños le encanta aparentar más que ser. No porque no puedan. Es que no quieren ser. Y lo que esa mitad está siendo o en lo que se está transformando, cada vez con más vehemencia desde hace unas décadas, repugna. Hablo por la aplastante mayoría macrista que se impuso con el límpido voto republicano, que hoy probablemente se esconda bajo algún disfraz progresista, como lo hicieron los que “no votaron a Menem la segunda vez”, por la vergüenza que implica saberse mezquinos.
Aquí la mitad de los porteños prefiere seguir intentando resolver el mundo desde las mesas de los bares, los taxis, atontándose cada vez más con profetas del vacío disfrazados de entretenedores familiares televisivos porque “a la gente le gusta divertirse”, asistir a cualquier evento público a cambio de aparecer en una fotografía en revistas de ¿moda?, sentirse molesto ante cualquier idea ligada a los derechos humanos, casi como si se hablara de “lo que no se puede nombrar” o pasar el día tuiteando estupideces que no le interesan a nadie. Mirar para otro lado si es necesario y afecta los intereses morales y económicos del jefe de la tribu y siempre, siempre hacer caso a lo que mandan Dios y las buenas costumbres.
Da asco la mitad de Buenos Aires. Hace tiempo que lo vengo sintiendo. Es difícil de diagnosticarse algo tan pesado. Pero por el momento no cabe otra. Dícese así: “Repulsión por la mitad de una ciudad que supo ser maravillosa con gente maravillosa”, “efecto de decepción profunda ante la necedad general de una ciudad que supo ser modelo de casa y vanguardia en el mundo entero”, “acceso de risa histérica que aniquila el humor y conduce a la sicosis”, “efecto manicomio”. Siento que el cuerpo celeste de la ciudad se retuerce en arcadas al ver a toda esta jauría de ineptos e incapaces llevar por sus calles una corona de oro, que hoy les corresponde por el voto popular pero que no está hecha a su medida.
No quiero eufemismos.
Buenos Aires quiere un gobierno de derechas. Pero de derechas con paperas. Simplones escondiéndose detrás de la máscara siniestra de las fuerzas ocultas inmanentes de la Argentina, que no van a entregar tan fácilmente lo que siempre tuvieron: las riendas del dolor, la ignorancia y la hipocresía de este país. Gente con ideas para pocos. Gente egoísta. Gente sin swing. Eso es lo que la mitad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires quiere para sí misma.
* Vecino de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.