30 AÑOS DE INDIFERENCIA DEL ESTADO ARGENTINO CON LA POBLACION CIVIL Y NO COMBATIENTE ATACADA POR LAS ORGANIZACIONES TERRORISTAS
El martes 6 de diciembre de 1977, dos terroristas integrantes del Ejército Montonero atacaron la quietud del mediodía en la provincia de Buenos Aires.
Desde un Torino color naranja, una mujer con medio cuerpo asomando por la ventanilla, y una ametralladora en las manos, disparó a ciegas contra el frente del Banco Provincia de Monte Chingolo – esquina de Avenida Caaguazú y calle Corvalán – y siguió disparando una cuadra más mientras el auto huía.
Las balas hirieron y asesinaron a inocentes ciudadanos que caminaban por el lugar y mataron al Cabo 1º Herculano Ojeda, de la policía de la provincia. Al verlo caer en la vereda, la mujer bajó del auto, arrojó nafta sobre el cuerpo del policía muerto y le prendió fuego. Después huyó. Pero antes tiró una ráfaga más de ametralladora…
Juan Eduardo Barrios, tenía 3 añitos recién cumplidos y junto con su mamá estaban en el kiosco comprando un helado, luego de pagar las cuentas en el Banco. No pudo saborearlo, una bala terrorista acabó con su joven vida.
Revista GENTE
La Revista GENTE, en diciembre de 1977, decía lo siguiente, cuando contaba este horroroso suceso. “Destrucción y muerte. Una de las tantas crónicas policiales no comentadas a diario por su gran cantidad. Pero este caso es distinto. Este caso nos obliga a una pausa. Nos exige una reflexión. Porque entre las víctimas de ese ataque ciego e inútil, gratuito y monstruoso, cayó también un niño de 3 años. Un argentino de cuyo futuro éramos todos un poco responsables. Un niño que aún no había aprendido a deletrear la palabra Patria –mucho menos la palabra justicia- porque la seguridad para él, era simplemente la mano de su madre... En realidad Juan Eduardo Barrios no tenía motivos para quejarse. Su padre Clotildo Isaac Barrios, obrero metalúrgico, trabajaba 14 horas por día para que a él no le faltara nada. Para que creciera feliz. Para que sea un adulto sano...
Paradójicamente –increíblemente- esa bala –y otras balas- son disparadas en nombre de la justicia, en nombre de un mundo mejor, en nombre de una revolución, de un cambio, de un respeto por los Derechos Humanos. Nada más absurdo que escribir esas palabras en esta crónica de la muerte de un niño de 3 años asesinado por la subversión. Mientras estas cosas ocurran, mientras la sociedad no haya perdido totalmente el sentido de justicia y de respeto –algo humano, después de todo- ellos, los profetas de la destrucción, los jueces de la vida humana, los “idealistas” que en Europa lanzan gritos escandalizados sobre la transgresión de los Derechos Humanos en la Argentina, perderán su batalla. Nada mejor argumento para perderla que la muerte de un chico de tres años, por el cual seguramente ninguna organización internacional que se preocupa por la vida y la libertad de los ciudadanos argentinos dirá una palabra”.
Su padre, Clotildo Barrios, en entrevista para CELTYV, relataba los díficiles momentos que vivió con su esposa, luego del asesinato de su primer hijo. Qué sintió este joven papá cuando se enteró del asesinato de su hijito? "Sentí mucha bronca, mucha impotencia porque yo me mataba trabajando día y noche para que me pase ésto, me parece algo muy injusto... Aun hoy sigo pensando lo mismo, más cuando veo gente que defiende los derechos humanos, no entiendo los derechos humanos de quién defienden, porque realmente a mi punto de vista, ... para mi esa gente que defienden esos derechos humanos ven solamente de un lado, además no quieren reconocer lo que hicieron los que ellos defienden hoy, para mi son asesinos".
"Me quedaron secuelas (...) mi esposa quedó mal... no hemos tenido asistencia psicológica de ningún tipo, eramos gente muy humilde, no teníamos acceso a nada. (...)". "De esto uno no se olvida nunca, es más lo tiene presente todos los días".
Con relación a la política de Derechos Humanos actual, Clotildo, agregó: "Lo veo como discriminatorio, en mi caso me siento discriminado, porque creo que deberían tener en cuenta no solo mi caso sino el de miles de personas, yo creo que la gente de FFAA y FFSS que murieron en esos actos, murieron cumpliendo con su deber, defendiendo un país, no entiendo porque se los juzga por genocidio a ellos y no se los juzga a los que realmente cometieron genocidio, eso no lo voy a entender nunca".
30 años de esta familia argentina sin su hijo. 30 años de la sociedad y el Estado mirando al costado y evitando ver las lágrimas de miles de argentinos, que esperan el reconocimiento de sus Derechos a la Verdad, la Justicia, la Reparación y la Paz!
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