Al final, era “la ley Clarín” nomás
BLANQUEANDO OBJETIVOS MAQUILLADOS…
Después de muchos meses negándolo, el oficialismo terminó por blanquear que la pomposamente llamada “Ley de Servicios Audiovisuales” era, en realidad, “la Ley Clarín”.
La promocionada marcha del 28 de Septiembre a Plaza Lavalle tenía como finalidad apretar a la Corte Suprema de Justicia, otra cosa que el oficialismo negó una y otra vez, pero que sus oradores desmintieron prolijamente uno tras otro.
Dijo Julio Piumato, Secretario de DDHH de la CGT:
“No vale la pena analizar estos fallos judiciales, ni siquiera los que redactaron los jueces, que les llegaron de afuera, ni vale la pena. Hay que revisarlos políticamente”.
¿Qué le pasa a Piumato? ¿Los DDHH conducen a manejar los fallos judiciales desde la órbita política acaso?
Llegó más tarde el turno de Estela de Carlotto, que dijo que “el pueblo ya tomó la conducción del país con Cristina como bandera”.
Que los señores de la Justicia no son los dueños de la verdad, que la de los chicos apropiados por la Herrera de Noble (sic) no es la lucha de Cristina contra Clarín, “sino la lucha de todo un pueblo contra esta gente”. La multitud aplaude enardecida.
Es un problema recurrente el de la izquierda combativa, pensar que lo que ellos representan es lo que todos los demás piensan. Nunca plebiscitaron sus lemas. Aunque 7 de cada 10 argentinos les haya dado la espalda hace un año, ellos siguen imponiéndolos por la fuerza, como hace 35 años. Como siempre, no conocen otro medio.
Carlotto habla de que quiere “la Argentina que soñaron nuestros hijos, cuya tierra está regada con su sangre”; y me permito preguntarle con todo respeto, Señora, ¿y a usted quien le dijo que la Argentina que soñaron sus hijos es la que sueña la mayoría del pueblo argentino?
¿Quién le dijo a la Sra. Carlotto que una Argentina marxista y castrista es lo que el hombre de la calle sueña y ansía?
Al hablar de la presunta “pluralidad” de medios que la ley brindaría, Carlotto preguntó “¿cuánta gente hay que sólo prende el canal de 6,7,8?”
Es simple: el patético show de periodistas oficialistas burlándose de sus propios colegas promedia 3 puntos de rating, es decir, unas 290.000 personas.
Y de esos habría que investigar cuántos son los que “sólo prenden 6,7,8”, como dijo Carlotto… puesto de otra forma, ¿cuántos de los que miran 6,7,8 prenden la TV exclusivamente para ver eso? La cuarta parte sería de por sí muy generosa, y estaríamos hablando de apenas 70.000 almas.
Carlotto quiere una TV plural con muchos 6,7,8 que despiertan el interés exclusivo de… Nadie.
El mismo nulo interés que despiertan todos los medios oficialistas, con lo que se está haciendo la defensa de un gigantesco monopolio de medios informativos propios y de amigos que no consume nadie.
Héctor Busso, presidente de FARCO (Federación Argentina de Radios Comunitarias) a su turno, dijo que el poder judicial “debe hacer cumplir la ley”. Lo que no entiende este señor Busso es que la ley tiene artículos firmemente sospechados de inconstitucionalidad, como precisamente el 161, la cláusula de desinversión, que compele a los medios a desprenderse de licencias y a readecuarse en el exiguo lapso de un año, y que por eso está sometido al dictamen de la Corte Suprema de Justicia.
Es decir, Sr Busso, el poder judicial tiene que respetar la ley, pero las leyes sancionadas con mayorías automáticas deben respetar la Constitución Nacional. Y ahí tiene un problema porque, para su pesar, sancionaron una ley inconstitucional.
Resultó muy revelador escuchar a los locutores de La TV pública aclarar que el artículo 161 es la columna vertebral de la ley.
Este es el eje de la protesta, la marcha y la picazón oficialista, y ya ni se toman la molestia de ocultarlo.
Si la columna vertebral de una ley tan promocionada como la panacea de la libertad de expresión y la pluralidad de voces a lo largo y a lo ancho de la nación es un artículo que obliga a Clarín a desprenderse de las licencias preexistentes que exceden el máximo permitido, está claro que toda la periferia declamatoria fue discurso hueco y mentiroso.
Se hizo la ley para voltear a Clarín; antes lo maquillaban y ahora cometen un nuevo sincericidio oficial.
Y después le tocó el turno a la inefable Hebe de Bonafini…
A veces uno le agradece al kirchnerismo habernos permitido conocer en profundidad a esta persona.
Comenzó diciendo “estamos acá para defender esa patria maravillosa que nos dejaron nuestros hijos”; y aquí, aunque parezca mentira, hay que explicar que la patria maravillosa que nos dejaron los hijos de Hebe fue un baño de odio, sangre y violencia como nunca antes vimos, al que absolutamente nadie (excepción hecha de la propia Hebe) sueña con regresar nunca jamás.Pero Hebe continuó con su habitual rosario de improperios e insultos.
“¿Qué les vamos a decir a estos turros de la suprema corte?”
“A la suprema corte, que no sé por qué es suprema y por qué es corte y por qué carajo están en un palacio”.
“Les quiero decir a esos señores, a esos turros, que alguna vez piensen en el pueblo que está en la calle y que es el que debe dictaminar, no ellos”.
Desde la particular concepción de Hebe de Bonafini, poner gente en la calle y arengarlos mediante el odio implica que los jueces de la Nación deben fallar en función de lo que esa gente grita y pide.
De esta manera se podría concluir que cuando 45.000 tipos en una cancha de fútbol gritan “vamo´ a matar un referí”, pues habría que decretar legalmente el inmediato fusilamiento del maldito árbitro.
“Si tenemos que tomar el palacio de tribunales, ¡tomémoslo compañeros!”, arenga Hebe desde el micrófono, y se entiende: para ella la única ley válida es la que la favorece, el único juez bueno es el que falla lo que ella quiere, y la democracia es un impedimento siniestro para su revolución sangrienta.
Le servían la ley y la corte mientras le fallaban a favor. En cuanto le fallan contra sus intereses, entonces hay que tomar el Palacio de Justicia porque los ministros de la corte son unos turros.
Mientras el público coreaba “¡Hebe, Hebe!”, amenizó el discurso con sendas promesas de cagarse en La Nación y en Clarín, algo que no resulta nuevo ni sorprendente de parte de una persona que ya se encargó de cagar en el altar de la Catedral Metropolitana y pidió que la Corte renuncie y se vaya si no quieren apoyar “al pueblo”.
Otra vez la reiterada consigna de la izquierda combativa: el pueblo somos nosotros, las calles son nuestras, las leyes son nuestras y acá se hace lo que nosotros queremos.
Ustedes saben que la hinchada de Rosario Central todos los 19 de Diciembre se reúne y lleva al veterano Aldo Pedro Poy a diferentes lugares del país y del exterior para que, en un arco de baby fútbol, rememore la palomita con que eliminó al rival de siempre, Newell´s Old Boys, en la semifinal del Campeonato Nacional de 1971.
Sería una interesante propuesta que instauren el Día Nacional del Odio y lleven a Hebe de Bonafini a recorrer iglesias y plazas de pueblos y ciudades para sentarse a cagar en distintos ámbitos ante los aplausos y vítores de diferentes públicos… por lo menos la mantendrían ocupada, es difícil hablar tantas barbaridades mientras se está haciendo fuerza.
Sobre el final del acto, la actriz Cecilia Cenci lloraba, Mariotto, Oscar Martínez, Esther Goris, Anabel Cherubito y Andrea del Boca cantaban el himno nacional haciendo la “V” de la victoria peronista, y los choferes de los innumerables micros que cubrían todas las calles y avenidas adyacentes ponían en marcha sus motores.
El locutor oficial del acto, en medio de arengas contra la oposición, los jueces y todo lo que no sea kirchnerista, en un momento de exaltación no tuvo mejor idea que gritar “viva la patria”.
Otro momento olvidable de la década del odio tardío. Lo malo fue todo lo descripto. Lo bueno fue que no cantó Ignacio Copani.
Estas " damas del odio " son las que pretenden el premio nóbel de la paz, " ellas son las que pretenden se aplique la "paz del cementerio", cargadas de odio dijeron que el suelo argentino está regado por "la sangre de sus hijos ",por supuesto, terroristas, debemos decirle también a estas " damas del odio " que el suelo argentino está regado por la sangre de los NIÑOS, CIVILES, Y BRAVOS GUERREROS DE TODAS LAS FUERZAS ASESINADOS POR ESTOS BLASFEMOS E INFAMES TERRORISTAS, son crímenes de lesa humanidad..."estas señoras desparraman y contagian ese odio a todos los que pueden, a los débiles y a los ignorantes y a los todavía hoy "estúpidos imberbes"...Miguel...