SALMO DESDE LA PRISIÓN
A NUESTROS PRESOS
POR LUCHAR POR PATRIA
La obra de los malvados es perecedera,
los ídolos de plata que ellos mismos elevaron
se derrumbarán un día sobre su base de arena,
y la noche caerá sobre sus soñadas tumbas.
Oh, Señor, Tú sabes que, tumbados sobre la paja
nosotros, a quienes han aherrojado detrás de esos cerrojos,
nosotros, para quienes los soldados de estas fuertes murallas
hacen sonar, en los corredores, sus botas claveteadas.
Oh, Señor, Tú sabes que, tumbados sobre la paja
o sobre el duro cemento de las prisiones sin tragaluz,
hemos sabido guardar en nosotros, costara lo que costara,
la esperanza, sin desfallecer, en días más hermosos.
Hemos hecho acopio de las viejas ternuras,
hemos dibujado sobre el yeso de las paredes
los mágicos retratos de nuestra santa juventud
y nuestros corazones sin remordimientos saben que aún son puros.
La necedad, fuera, se baña en la sangre roja,
y el enemigo, ya, se cree inmortal,
pero sólo él cree, aún, en su largo reinado
y nuestros barrotes, Señor, no tapan el cielo.
(Tomado de “Poemas de Fresnes”
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