lunes 29 de noviembre de 2010
EL AGUA MÁS ANTIGUA DEL PLANETA...
El misterio del agua más antigua del planeta fascina a los científicos
Si cotizase en los mercados internacionales, sería oro incoloro, pero no es más que agua. ¿Sólo eso?
La odisea en busca del agua virgen más vieja del mundo está a punto de llegar a su fin. Si esconde formas de vida, como sospechan los científicos, será uno de los hallazgos más importantes de la historia.
Está considerada el agua más pura y antigua del planeta; agua virgen, sin más. Duerme el sueño de los justos en el lago antártico Vostok, en el este del continente blanco (77º grados sur, 105º este) sepultada bajo un muro de 3.748 metros de hielo.
Un grupo de científicos rusos acaban de anunciar que se encuentran a sólo unos pocos metros de llegar hasta ella. El misterio a un trabajo de años está a punto de desvelarse.
Del tamaño del lago Baikal, el Vostok es una enorme balsa de agua subglacial, lo que le ha permitido permanecer aislada de cualquier “contaminación” exterior y de la atmósfera.
Sus 5.400 km3 de agua dulce han permanecido inalterados durante cerca de 1 millón de años, una magnitud de ciencia ficción comparada con la de cualquier otro lago de superficie, que se renueva continuamente.
¿Por qué es tan importante llegar hasta allí? Hace doce años, científicos rusos, estadounidenses y franceses extrajeron un núcleo de hielo a 3.623 metros, a 120 metros del lago, y al analizar las muestras encontraron evidencias de vida en forma de microbios.
Como el lago está dividido en dos, podría haber dos tipos de ecosistemas totalmente distintos que han evolucionado al margen de la superficie.
El lago se formó hace unos 15 millones de años, debido a unos movimientos sísmicos cuando la Antártida se separó definitivamente de América del Sur. El lecho del lago empezó a almacenar hielo hasta alcanzar los 4 kilómetros.
Lo que los expertos no se explican es por qué el agua se mantiene líquida en esa gigantesca cápsula precisamente en el lugar más frío de la Tierra (-61°C de media, con unos cálidos veranos australes de 37°C bajo cero y un récord de -89,2ºC, registrado el 21 de julio de 1983).
Ya sea por la proximidad al centro de la Tierra o porque el hielo superior aísla de las bajas temperaturas de la superficie (dos de las teorías barajadas), lo cierto es que el agua no se ha congelado en ese punto, y conserva una concentración de oxígeno 50 veces superior a la de la superficie, lo que dificulta las formas de vida.
Sin embargo, el hallazgo de esas evidencias de vida ha abierto la puerta a todo tipo de teorías, entre ellas la de que se trate de existencias que han desarrollado su capacidad de adaptarse a esas condiciones extremas, totalmente al margen de la vida tal y como la conocemos.
Hay quien sostiene que quizás fue la propia perforadora la que introdujo esos microbios, pese a que se adoptaron todas las precauciones para no contaminar esta cápsula del tiempo.
Las pruebas del agua que ahora se obtengan se enviarán al laboratorio del Instituto de Investigaciones Árticas y Antárticas de San Petersburgo, para su análisis.
Con mucho miedo aún, Alexandr Frolov, director del Instituto Meteorológico de Rusia (IMR), ha asegurado estos días que tienen “gran confianza” en que conseguirán atravesar la barrera, pese a que allí la capa de hielo virgen “es realmente difícil de perforar”.
El trabajo es tan lento, tan laborioso, que esos pocos metros no se alcanzarán hasta el próximo mes de enero, siempre y cuando no haya imprevistos de última hora. Nada comparado con un lago de un millón de años.
E. Villar/La Razón/padronel.net
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