Guillermina Cabrera: ¡Ni Olvido ni Perdón!
Jorge Fernández ZicavoEn la noche del 12 de marzo de 1960 un comando terro-rista del ELN-Movimiento Peronista de Liberación Nacional UTURUNCOS fundado y dirigido por Félix Francisco Serravalle, alias “comandante Puma“, y Enrique Manuel Mena, “comandante Uturunco”, colocó una brutal carga explosiva de seis kilos de Trilita en la casa del capitán del Ejército David René Cabrera, en La Lucila, Provincia de Buenos Aires. La casa, ocupada por el capitán, su esposa y cuatro hijos menores de cinco años se derrumbó totalmente causando la muerte de Guillermina, la más pequeña, de 3 años. El resto de la familia, incluido el capitán, sobrevivió, aunque su hijo Jerónimo Luís, de 5 años, resultó gravemente herido.
La poca información disponible menciona algunos nombres de terroristas implicados: Héctor Rodolfo Gringoli, y otros dos de apellidos Beloregui y Leonelli. La orden la habría dado un tal Alberto Campos, y los explosi-vos fueron suministrados por Juan Carlos Brid. Parece ser que algunos ocuparon más tarde cargos oficiales. Tal como ocurre ahora con los terroristas montoneros.
En Internet no hay más datos, ni fotografías, de estos degenerados. Al tratarse de grupos terroristas anteriores a la década del setenta, este crimen no ha dejado huellas en la Historia.
Sólo hay un retrato de Guillermina. Estremecedor por la ternura e inocencia de quien nada sabe del mundo más allá de mamá, papá, hermanitos y juguetes. Tres añitos asesinados en nombre de la Resistencia, la Liberación Nacional, el antiimperialismo, y toda esa peste marxista que introdujeron en el peronismo tipos como Cooke, Baxter, El Kadri, Hernández Arregui, Rodolfo Walsh y todos los protomontoneros alucinados que sedujeron a una generación con el romanticismo exterminador y al mismo tiempo suicida de la “lucha armada”.
Viendo la carita de esta niña, no puedo sino escribir con todas las letras: ojalá, deseo fervientemente, que años después y en otro marzo, sus cobardes asesinos e induc-tores (era más fácil poner una bomba mientras dormían y salir corriendo, que enfrentarse de frente a un militar armado en la calle) hayan sido capturados, interrogados enérgicamente durante un par de semanas y finalmente exterminados como cucarachas. Sólo unos psicópatas sin conciencia moral pudieron dinamitar la casa sabien-do que también podría morir la familia del “enemigo”.
Ninguna organización de Derechos Humanos, ni las filoterroristas Madres y Abuelas de Plaza de Mayo se atreverían a considerar a Guillermina una víctima del terrorismo, una desaparecida de este mundo por el terrorismo contra el Estado. Ninguna impostora con pañales en la cabeza portará jamás su foto al frente de una manifestación al grito de ¡Castigo a los Culpables! y ¡Ni Olvido ni Perdón! Lo único que exigen esas ancianas piqueteras que ya llevan 30 años ejerciendo profesional-mente de Madres subvencionadas por todos los gobier-nos democráticos, es que el Estado les regale 250.000 Dólares por sus hijos terroristas muertos en la guerra revolucionaria por ellos iniciada. Con la complicidad criminal de ellas y sus maridos que estaban al tanto; y hasta puede que les hayan alentado a matar por la Patria Socialista.
Adenda:
Entre 1958 y 1961, etapa del gobierno constitucional presidido por Arturo Frondizi, los Uturuncos y diversos grupos terroristas de la llamada Resistencia Peronista de la que luego saldrían las FAP, Tacuara y Montoneros, cometieron 1.566 atentados con explosivos, robos a bancos, y asesinatos de civiles, policías y militares. Esta oleada criminal dejó un saldo de 17 muertos y 89 heridos. El atentado más espectacular y enloquecido de aquel terrorismo peronista del que ya nadie se acuerda, fue la voladura de un depósito de la Shell Mex Argentina en plena ciudad capital de Córdoba el 15 de febrero de 1960. Explotaron y ardieron 3.000.000 de litros de nafta y 400.000 de gasoil. Murieron 13 personas y hubo numero-sos heridos.
Veinticinco días después, asesinaron a Guillermina. Fuente: TERMIDORIANOS
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