• La estrella de Nilda Garré, como referente poderoso del gabinete nacional, ha comenzado a entrar en un inesperado cono de sombra. Poco antes de emprender su gira por Medio Oriente, la Presidente K tuvo más de un cruce de palabras destempladas con la ministra de Seguridad. Los comentarios acerca de las explosiones de pánico presidencial -generalmente disfrazadas en momentos de agresiones verbales y de reclamos vehementes de resultados inmediatos en la gestión- fueron la comidilla del entorno presidencial durante todo el pasado fin de semana, donde la señora Garré ha cosechado bastante pocos amigos.
• Algunos de los máximos responsables de las fuerzas de seguridad ya comentan, sin tapujos, cuanto les ha sorprendido “la desorientación” de la ministra de Seguridad. Contra lo que muchos suponían, la señora Garré y su núcleo duro de gestión no consiguen poner en marcha ninguna agenda propia, en términos de la seguridad pública. Su operación más importante ha sido el despliegue de casi 6000 gendarmes en el Gran Buenos Aires. El resultado de ese esfuerzo, de acuerdo a la opinión de los profesionales en la materia, es demasiado exiguo frente a la demanda de energía que supone.
• Los más altos jefes de la Gendarmería explican que está fallando el paraguas político del operativo “porque sostienen que su presencia solamente sirve para la disuasión, y además, los mandos de la Policía bonaerense no quieren saber nada con la posibilidad de que se les maneje el territorio”. Sus colegas de la Prefectura Naval perciben las mismas falencias y coinciden que la ministra Garré “solamente está preocupada por lo que pasa día a día en el Gran Buenos Aires y por eso mismo, se desentiende de cualquier otro tema importante que llegue a su escritorio”. Tanto es así, que el proyecto de generar una instancia de coordinación de la inteligencia criminal con la participación de las tres fuerzas federales de seguridad sigue esperando. La respuesta que dan los colaboradores más cercanos a la ministra, es que están esperando “la formulación de un plan general de seguridad y la definición de un equipo de civiles que van a manejar la inteligencia criminal”.
• Para colmo de males, Garré está dejando la imagen de que su gestión se ha empantanado en la Policía Federal, mientras que las otras fuerzas federales no logran coordinar, con las autoridades políticas, los detalles más importantes de su tarea. Por otra parte, la versión de que el Jefe de la Policía Federal Alberto Capdevila presentó la renuncia a mediados de la semana pasada no fue desmentida por nadie. Al contrario, los pocos comisarios generales que quedan en actividad dejaron saber a sus amigos de otras fuerzas que Capdevila estaría decidido a irse, porque las decisiones políticas demoradas de la ministra -sobre todo la falta de aprobación para los ascensos recomendados o la decisión de negar esos ascensos solamente por sospechas- estaría generando “una Policía paralizada, desmoralizada y sin ninguna capacidad de reacción” ante las tareas que demanda la seguridad pública.
• No solamente Aníbal Fernández ha comenzado a mirar con recelo las acciones del nuevo equipo que maneja la seguridad pública desde un lugar de poder muy cercano a la viuda de Kirchner. Según nuestras mejores fuentes en el entorno presidencial, los “pingüinos nacidos y criados” en la lejana Río Gallegos comparten la inquina contra la señora Garré. Ellos creen que uno de los peores negocios políticos que pudiera hacer el gobierno nacional es hacerse cargo de los costos políticos de todas las iniciativas del equipo que maneja el ministerio de Seguridad -en términos de la estrategia de descabezar a las fuerzas encargadas de esa tarea cuestionándolas directamente en su eficiencia y en su integridad- sin poder garantizar una mejora evidente y sustantiva de la seguridad ciudadana. “Lo peor que nos puede pasar es que perdamos la energía del gobierno atacando a la Policía, mientras que en la calle nadie nota que ha mejorado la seguridad con el manejo que hacen Garré y Verbitsky de ese ministerio” dijo Julio De Vido en una discreta conversación con empresarios amigos, antes de viajar a los emiratos del Golfo Pérsico.
• La sensación que se expande en la cima del poder patagónico es que el manejo de la seguridad pública es una tarea que está excediendo las capacidades de la señora Garré y su equipo político. Sin embargo, el estallido presidencial que mencionamos al comienzo de este reporte no estuvo originado en apreciaciones generales acerca de las políticas públicas que está impulsando el Ministerio de Seguridad. Según el relato que dan por cierto en el núcleo duro del poder patagónico, la viuda de Kirchner estalló de temor y de ira cuando tomó conciencia de que los dos últimos casos más resonantes de inseguridad -la captura de un avión privado argentino en Barcelona con casi 1000 kg de cocaína, y el robo de parte de los viáticos de la comitiva presidencial- podrían comenzar a dañar muy seriamente su imagen local e internacional, básicamente por la incapacidad manifiesta de su administración para establecer controles eficaces para ese tipo de actividades delictivas.
• La primera respuesta de la señora Garré, ante las demandas de la jefa del Estado, fue la de elaborar la teoría de la conspiración. Se sabe que la Presidente es muy proclive a aceptar las historias que la ponen como víctima de los organismos estatales represivos. En ambos casos, la ministra de Seguridad -y su equipo de aficionados a la inteligencia criminal y política- vio la existencia de una respuesta delictiva de los sectores de la Policía Federal defenestrados en las últimas purgas que descabezaron a la institución. En el caso de la cocaína hallada en el aeropuerto de Barcelona, la versión oficial, que llegó al despacho de la Presidente, fue que los más altos jefes de la Policía Federal conocían el dato de la operación clandestina de “entrega vigilada” de la droga que manejaba la Guardia Civil Española y que no informaron a las autoridades políticas para poner en ridículo al gobierno K. En el caso del robo de los fondos presidenciales en una operación de motochorros -una de las tantas que ocurren a diario en la Capital y en el Gran Buenos Aires- la versión que llegó a la oficina presidencial fue que se trataba de un operativo callejero montado por esos mismos jefes policiales, perseguidos y despechados.
• El muro contra el que chocaron esas explicaciones fueron las evidencias que se han ido acumulando para mostrar a cualquiera en conocer la verdad la gravedad de los hechos ocurridos. En ambos casos es evidente que no existieron los controles mínimos que debe ejercer cualquier gobierno que pretenda ser más o menos eficaz. Tan evidente es que la Presidente intentó sin éxito que alguien le aclare que había fallado en ambas situaciones y por eso demoró casi en dos horas la partida del avión Tango 01 con destino a Medio Oriente. Dicen, quienes conocen en detalle la evolución de los humores de la viuda de Kirchner, que nadie pudo darle las explicaciones que pretendía y que se fue de Buenos Aires sin resignarse a aceptar que todos los funcionarios involucrados en ambos casos hicieron lo mismo que venían haciendo desde hace años. El problema que ahora enfrenta la heredera máxima del poder patagónico, es que la estructura de control de gestión que había montado su marido ha llegado a resquebrajarse hasta tal punto que, se han hecho posible “las operaciones por líneas interiores” de los factores de poder que ya no están conformes con aquel ordenamiento.
• Según los datos que hemos escuchado en estos días en conversaciones reservadas con nuestros amigos en las cercanías de la primera magistrada, fue el embajador argentino en España, Carlos Bettini el primero que advirtió a la Presidente acerca del peligro potencial que enfrenta el gobierno argentino ante la captura de la cocaína en el aeropuerto de Barcelona. De acuerdo a esas fuentes inmejorables, la primera evaluación del Ministerio de Seguridad y del Secretario de Inteligencia fue que aquel procedimiento en tierra catalana solamente iba a ser un dolor de cabeza para Eduardo Duhalde, José Luis Barrionuevo “y toda la derecha peronista que tiene negocios con los hijos del Brigadier Juliá”.
• Sin embargo, los informes del embajador Bettini pusieron el dedo en la llaga de lo más evidente. Dicen los diplomáticos profesionales argentinos que están sirviendo en España, que el embajador Bettini presionó hasta más allá de lo prudente a sus amigos en el gobernante socialismo español para conocer los detalles que no registraban las crónicas periodísticas. Dicen esas mismas fuentes que el embajador, amigo eterno de los Kirchner, comenzó a alertarse más de la cuenta cuando uno de esos amigos en el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero le avisó que los detectives de la Guardia Civil habían infiltrado en “una red de narcotráfico que opera desde Argentina” a “dos o tres agentes encubiertos” y que “los americanos y hasta la misma Europol” (la agencia policial de la Unión Europea) habían participado de una compleja operación que recién estaría culminando”.
• Hasta ese punto, el relato aportado por el embajador Bettini solamente podía producir cierto alerta político. Sin embargo, el hecho que encendió todas las luces en la cima del poder patagónico fue la evidencia de que ninguna de las agencias policiales involucradas en la operación de “entrega controlada” avisó a las autoridades argentinas acerca de las investigaciones o acerca del momento de las detenciones. La escalofriante respuesta que recibió el canciller Timerman cuando hizo las preguntas pertinentes a los países involucrados en el operativo fue que no había confianza suficiente de que la investigación no terminara abortada, si es que esas comunicaciones se hubieran producido.
• Si es verdad lo que cuentan escandalizados algunos de los secretarios de los ministros más importantes, “la Presidente se asustó mucho cuando se dio cuenta que los americanos estaban detrás de todo esto”. Dicen ellos también que la jefa del estado “estalló de furia cuando las autoridades de la Aduana le dijeron que no habían controlado el avión de los hermanos Juliá porque nunca lo habían hecho antes” aún cuando los más elementales protocolos de contralor indicaban lo contrario.
• A esa altura, según esas mismas fuentes, la ministra de Seguridad no tenía más respuestas para la Presidente, tal vez porque esta vez las informaciones que enviaba el embajador Bettini desde Madrid dejaban en ridículo todas las explicaciones domésticas. Desde el sábado pasado, todos los días y a distintas horas remite a Oscar Parrilli distintos partes acerca de la evolución de la investigación. Explican en la Casa Rosada que la Presidente pidió saber en detalle y en tiempo real cada uno de esos reportes, porque su preocupación acerca de las derivaciones políticas de este caso crecen cada día. El temor más grande que se registra ahora en la cima del poder patagónico es que los hermanos Juliá mencionen a Rudy Ulloa Igor -el ex chofer y mano derecha de Néstor Kirchner-como su contacto político en sus manejos con la Aduana.
• La eventual mención judicial de esa influencia K en los negocios de los hermanos Juliá sería para la viuda de Kirchner doblemente complicada. Por un lado es un secreto a voces entre los exportadores y entre los políticos más cercanos a la dinastía patagónica que Rudy Ulloa Igor es quien maneja políticamente a la Aduana desde 2003, hasta el punto de haber conseguido que Ricardo Echegaray -uno de sus socios y protegidos políticos- se haya encumbrado en la AFIP y desde allí maneja la Dirección Nacional de Aduanas. Pero por otro lado quedaría inevitablemente involucrada su gestión presidencial con la evidencia de que la Argentina es un país con controles tan laxos y sospechosos que es posible ingresar en su territorio una tonelada de cocaína, cargarla en un avión particular en una base de la Fuerza Aérea y luego exportarla a Europa en un vuelo originado en el aeropuerto más importante del país.
• Cuando se conozcan los detalles del expediente judicial que se ha abierto en España seguramente habrá muchos más detalles que van a tranquilizar o a alarmar en extremo a la Presidente y a su equipo de colaboradores. Por ahora, lo evidente es que la estrategia de respuesta elegida por el gobierno K es la de pegar palazos de ciego, con tal de demostrar la voluntad de las autoridades de llevar adelante su propia investigación. Por ahora, es demasiado poco para una situación de derivaciones insospechadas. No faltan en la cima del poder patagónico los intentos cotidianos por generar distintos chivos emisarios en quien descargar todas las culpas habidas y por haber. Se trata de maniobras de pronóstico reservadísimo, porque nadie parece preocupado en generar nuevos y más eficaces sistemas de controles en una trama como la de los aeropuertos donde todos los negocios están repartidos y, según dicen quienes conocen el paño, “muy exactamente tarifados”.
NUEVA CONSULTORA
POLÍTICA NACIONAL
Comentar esto que publicamos, es decir mas de lo mismo, solo te dejo esta pregunta...¡¿ seguirás votando a los K ?...Publicado por Miguel...
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