Aves de rapiña
LOS BUITRES Y LOS DINERILLOS
El terrorismo marxista, ése que organizado desde Cuba asoló nuestro país, el mismo que fue reivindicado constantemente por Néstor Kirchner, tuvo dos productos principales: la sangre y el dinero.
La sangre fue la que hicieron derramar a todos los argentinos, adultos y niños, civiles y militares, sindicalistas y docentes, con sus brutales asesinatos. El dinero fue el que obtuvieron mediante secuestros extorsivos y asaltos a bancos y particulares. Junto con la sed de sangre, hay pues en estas bestias una innegable sed de dinero. Por eso el móvil del enriquecimiento ilícito personal marcará a fuego a los integrantes de las bandas delictivas terroristas y a las organizaciones de superficie que utilizan la cobertura de defensa de los derechos humanos.
Por eso asimismo, los escándalos financieros se suceden ininterrumpidamente; ayer fue la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, donde el “rector” de su “Universidad Popular” (sic), Alfredo Zito Lema denunció a la profetisa del odio y del insulto, Hebe de Bonafini; y su parricida administrador, de irregularidades en el manejo de los fondos. Hoy le toca el turno a la abuela que nunca fue abuela, Estela Barnes de Carlotto.
La presidente de la Comisión Provincial de la Memoria —según informaron oportunamente los diarios— dimitió en medio de un escándalo financiero porque se ha evaporado cerca de un millón de pesos. En la lucha por la pitanza se enfrenta con el vicepresidente y Premio Nobel de la Paz, Pérez Esquivel (¡qué devaluados están los Nobel!) y con la moralizante periodista Gabriela Cerrutti, habitual acusadora del Capitán Astiz. En este jaleo, la Cerrutti, está acusada nada menos que de: “falsificación de firmas para solicitar dinero, gastos excesivos y sueldos onerosos”. A la Carlotto, por su parte, la acusan de querer poner a todos bajo la órbita de su hijo Remo, quien logró el anhelado puestito en el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires como Secretario de Derechos Humanos (Derechos Humanos sí, acomodo de la parentela también).
Hay otros escandaletes con el vil metal; el del Gobierno Nacional por ejemplo, que guarda como el más preciado secreto la lista de los que cobraron los 244.000 dólares como indemnización por ser familiares de desaparecidos y sus abogados patrocinantes, el no reclamo a Cuba de los fondos depositados en ese país por las bandas y que fue producto de sus delitos, etc. etc. La francachela subversiva-oficial parece ser muy onerosa, la lucha por los dinerillos se hace cada vez más feroz, hay que vivir bien y viajar por todo el mundo.
Compatriotas: ¡sigan cinchando que con su esfuerzo e impuestos hay que mantener a los buitres carroñeros! ¡Vivan los derechos humanos y la buena vida!
La presidente de la Comisión Provincial de la Memoria —según informaron oportunamente los diarios— dimitió en medio de un escándalo financiero porque se ha evaporado cerca de un millón de pesos. En la lucha por la pitanza se enfrenta con el vicepresidente y Premio Nobel de la Paz, Pérez Esquivel (¡qué devaluados están los Nobel!) y con la moralizante periodista Gabriela Cerrutti, habitual acusadora del Capitán Astiz. En este jaleo, la Cerrutti, está acusada nada menos que de: “falsificación de firmas para solicitar dinero, gastos excesivos y sueldos onerosos”. A la Carlotto, por su parte, la acusan de querer poner a todos bajo la órbita de su hijo Remo, quien logró el anhelado puestito en el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires como Secretario de Derechos Humanos (Derechos Humanos sí, acomodo de la parentela también).
Hay otros escandaletes con el vil metal; el del Gobierno Nacional por ejemplo, que guarda como el más preciado secreto la lista de los que cobraron los 244.000 dólares como indemnización por ser familiares de desaparecidos y sus abogados patrocinantes, el no reclamo a Cuba de los fondos depositados en ese país por las bandas y que fue producto de sus delitos, etc. etc. La francachela subversiva-oficial parece ser muy onerosa, la lucha por los dinerillos se hace cada vez más feroz, hay que vivir bien y viajar por todo el mundo.
Compatriotas: ¡sigan cinchando que con su esfuerzo e impuestos hay que mantener a los buitres carroñeros! ¡Vivan los derechos humanos y la buena vida!
Fernando José Ares
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