miércoles 15 de diciembre de 2010
NO OLVIDARAS
A pesar de que Cada pibe es un poema la miseria les va talando porvenir y sus vidas no son mas que un breve episodio sobre la tierra.
El gobernador de Misiones, Maurice Closs, un radical cercano al gobierno de la presidentE Cristina Kirchner, admitió a fines de octubre que en este año "ya murieron 206 niños en la provincia" y precisó que hay unos 6000 desnutridos.
Mil de ellos, en extrema gravedad, domiciliados en la última desolación donde solo ladran los perros congelados de la muerte.
El gobernador, formuló esas declaraciones en el día en que se conoció el fallecimiento de un niño, el tercero que trasciende en octubre y que se sumó a las muertes de Héctor Díaz, de 2 años que vivió en Apóstoles, y de Milagros Benítez, de un año y tres meses, de la localidad de Montecarlo.
Lo que develan estos datos es que todavía el hueso de la inequidad no sólo no ha sido roído ni tocado, sino que los pilares del sistema que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres siguen sólidos, firmes, y soportando con cierto cinismo el presunto “giro progresista” del gobierno argentino.
Nadie puede en Misiones "morirse de otras penas".
La pobreza está tan extendida que ha ido desgastando la queja y el reclamo: la pobreza estructural se caracteriza por eso.
Los que protestan son aquellos con alguna noción de que las cosas podrían ser de otro modo.
Los que nacieron pobres y de padres pobres aceptan cualquier trato que les permita seguir sosteniendo el peso de la vida.
Cambian su rebelión en la tierra por una caja de leche en polvo.
Para criticarlos, uno debería haber pasado por la misma desesperación.
Los pueblos antiguos, como los Mbya Guaraníes, acorralados en unas pocas hectáreas, después de que sus tierras quedaran en manos de papeleras, empresas forestales y yerbatales, les robaron su paraíso y su propia cosmogonía.
No pueden vivir de acuerdo a sus costumbres ancestrales ni a su propia medicina. Viven mundos inimaginables, vejeces prematuras.
El ecosistema en el que vivieron cientos de años ha sido alterado y ellos fueron empujados a un sobrante territorial.
Gobiernos y patrones les están aceitando los engranajes del hambre. Ya no viven como orgullosos pueblos del origen sino como simples pobres, y cae sobre ellos la peor peste de la pobreza.
La de perder a los niños.
Alberto Morlachetti
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